miércoles, 6 de julio de 2011

CAPITULO VII El inicio de la batalla

A los pocos días mi padre volvió al trabajo, creo que es lo mejor que pudo hacer, volver a su rutina, pero él seguia igual. No mediaba palabra, no lloraba, sólo tenia una expresión en el rostro de tristeza infinita.
Mi madre se tiró unos dias en cama, sin querer comer, sin querer hablar, sin querer vivir. Se vistió de negro absoluto y cuando se levantó era completamente un alma en pena. Yo tambié me vestí de negro, no sé por qué, quizá por respeto a la tradición, dejé el trabajo. El télefono de casa no paraba, las visitas tampoco. Si de algo me dí cuenta en ese tiempo es de la gente que tenía a mi lado.
La familia era una piña, todos preocupados, me llamaban, me ayudaban con todo lo que hay que ir atando despues de una muerte. Y yo empecé la lucha.
Desde los juzgados empezaron a llamarnos a declarar, a los familiares, a los vecinos, a los amigos... y empezamos a descubrir el verdadero infierno en el que vivía mi hermana. Pepe estaba en prision provisional y se empezaron a analizar pruebas.
El desconocimiento por mi parte de como funciona un juzgado y todo lo que conlleva un delito de este tipo me hacía pensar que iba a ser rápido y fácil. Como en las series de televisión, si están las pruebas pues es culpable y ya está. Estaba muy equivocada. Por aquella época un primo mío estaba terminando derecho, y él me hacia esquemas de todo el procedimiento. Le pedía a Miguel Angel, nuestro abogado todo lo que cayera en sus manos, quería estar informada de todo.
Decidí copiar cada folio del expediente en un archivo de Word, buscando en el diccionario cada palabra que desconocía, me sentía completamente analfabeta, pero no deje de preguntar hasta el extremo. Nuestro abogado siempre ha tenido mucha, mucha paciencia conmigo.
En paralelo y desde el primer día los medios de comunicación estaban siempre en contacto con nosotros. Jamás llamé a ningun medio y aún habiendo cambiado de numero de telefono en varias ocasiones siempre daban conmigo. Me convertí sin pretenderlo en la portavoz y abanderada de la familia. Al principio venian a grabar a casa, o si era prensa escrita no habia problema pero la primera vez que me llamaron para ir a televisión uf¡¡ por poco me da algo. Un magistrado de Granada,  conocido de la familia, nos aconsejó que los medios de comunicación nos podrian ayudar ya que el delito sería juzgado con un jurado popular. A si que con mucha mano izquierda empecé a moverme por los medios.
La primera participación televisiva fué en la televisión autonómica, en un programa de tarde. Estaba muy nerviosa pero intentaba expresarme lo mejor posible, con mucha cautela y aguantando siempre las lágrimas. Me trataron muy bien, aunque me sentía completamente extraña en ese mundillo, personajes famosos y artistas andaban alrededor mío, como personas normales, que no digo que no lo sean pero como simple espectadora crees que son algo mas, pero no, normales y corrientes. Algunos simpaticos, otros mas secos en caracter, pero gente de a pie. La mayoria siempre me ha tratado con sensibilidad y respeto. Jamás he llorado en televisión, no he querido dar pena nunca, ese no era mi objetivo. Sólo quería que se hiciera justicia y que el asesino de mi hermana pagara por lo que había hecho.
El pueblo también se volcó con nosotros, promovimos manifestaciones con varios miles de personas pidiendo justicia, sobre todo cuando a los tres meses Pepe salió de prisión bajo fianza. A su hermano le tocó el cupón de la once, ironias del destino, y salio a la calle. Él podía irse donde quisiera mientras fuera a firmar semanalmente al juzgado, pero se quedó en el pueblo, en casa de su madre, frente a nuestra casa.
Cuando me lo crucé por primera vez me quedé paralizada, un escalofrío recorrió mi cuerpo y un sinfin de sentimientos agolpados. Odio, pena, sed de venganza, miedo.... no podía dejar de mirarlo, y él me insultó, me amenazó diciendo que me tenía que ver en el mismo sitio que mi hermana. Agaché la cabeza, me pudo el miedo y me fuí en dirección opuesta.
No quería volver a sentir esas sensaciones, pero revivian cada dia que lo veía y era casi a diario.
Me quité el luto pronto, no podía mirarme al espejo, cuando me veia tan de negro mi alma caía al suelo, tenía que luchar y el negro no me dejaba. El primer día que me vestí de color recuerdo que me paré un una cafetería de la que era cliente habitual a tomar un café, y empecé a oir cuchicheos a mi paso.
- " mira, esa es la hermana de la que tiraron por el balcón... vaya pena tendrá que ya no lleva ni luto"
No me lo podía creer, y seguí escuchando rumores, en el último sorbo de café no aguanté más, giré la cara y altaneramente le contesté:
- No tienes ni idea de la pena que tengo, solo te deseo que no te veas nunca en mi situación.

No tenía nada más que decir. La verdad que si siempre la opinión de la gente me era indiferente en la situación en la que me encontraba pues más todavía. Bastante tenía ya en la cabeza como para preocuparme en habladurias. Y en la cabeza lo único que tenía ( mil cosas para conseguirlo ) era como podia hacer justicia y que ese hombre pagara por lo que había hecho, por lo que estaba haciendo.
Mató a mi hermana, arruinó mi vida y enterró a mis padres y a mi familia en la más grande de las penas.
Le odiaba por todo ello, y no conseguía llorar, seguía sin poder hacerlo. Me sentia culpable por no llorar, como explicar que amas a tu hermana y no puedes llorar su muerte. Cuando llegaba a casa intentaba sobre todo dar animos a mis padres, haciendome la fuerte, ocupandome de todo, abogado, policia, prensa, televisión...estaba demasiado ocupada, en un estado de estrés permanente. Fumaba y fumaba...casi 4 cajetillas al dia, no pensaba en las consecuencias, no podia pensar en mi.
Yo ya no tenía vida, ninguna, mi vida era la lucha en cuerpo y alma, no habia amigos, no había salidas ... solo pena y lucha.

martes, 19 de abril de 2011

CAPITULO VI Organizando

Nos trasladaron a todos a las salas de tanatorios del mismo hospital, yo me quedé hablando con los médicos, había que hacer una autopsia ya que la muerte había sido en circunstancias extrañas. Y tanto, yo por más que pensaba no me lo explicaba. Recuerdo cada segundo de esos momentos como una película a cámara lenta, de esas con el sonido distorsionado.
Empecé a llamar por teléfono a todos los que tenía grabados en en móvil para comunicar lo que había pasado, llamé a mi tío que aún estaba en el pueblo y le pedí que trajera la agenda de casa y el recibo del seguro de decesos.
A lo largo de la noche las salas de los tanatorios se llenaron de familiares y amigos, vinieron de casi toda España, Barcelona, Granada, Madrid, Francia.... Cuando los llamaba por teléfono no sabia que decir, sólo que mi tata había muerto, que si querían venir a acompañarnos, me preguntaban que cómo, y solo les podía decir.... aún no lo sabemos, pero, parece que la han matado. Me negaba completamente a pensar que se había suicidado, mi argumento era simple, había quedado conmigo, no podía dejarme tirada.
Sobre las 5 de la madrugada trajeron el cuerpo de mi hermana a los tanatorios, en una bolsa blanca de cremallera, como en las películas, y la metieron en el depósito, no nos dejaban verla hasta no realizar la autopsia.
No paraba de venir gente, primos, amigos.... pero Pepe no aparecía, ni él ni nadie de su familia.Ya casi amaneciendo la policía llamó al tanatorio preguntando por él y le dijimos que no sabíamos nada. Hablando con mi tío decidimos que al día siguiente domingo llamaríamos a Miguel Ángel, el abogado de la empresa en la que trabajabamos mi hermana y yo.
Llegó la mañana del domingo después de una noche eterna recibiendo e intentando acomodar a familiares y amigos, mi madre estaba completamente sedada y mi padre era como si no estuviera, estaba bloqueado, no hablaba, ni lloraba.
En el hospital nos dijeron que la autopsia no se la harían hasta el lunes, a si que en vista de que íbamos a pasar allí otra noche decidí ir para el pueblo, coger ropa para mis padres, la insulina de mamá y el DNI de mi hermana ya que lo necesitaba para organizar el entierro. Mi tío me ayudaba a organizar y cogio unas habitaciones en un hotel cercano para que quien quisiera pudiera ducharse y descansar.
Yo, con mi tío Chico y mi prima Aurori nos fuimos para mi casa, me duché cogí la ropa para mis padres de negro absoluto y cogí las llaves del piso de mi hermana. A todo esto eran ya las 12 de la mañana y no teníamos noticia alguna de Pepe, su paradero ni el de su familia.
Me dirigí junto con mi tío Chico y mi tía Merchi (hermanos de mi madre) al piso de mi hermana a coger sus documentos, al abrir la puerta antes de dar un paso hacia dentro noté que el suelo estaba empañado,( cosa que me llamó mucho la atención, pues mi tata era extremadamente meticulosa con la limpieza, como mi madre) y mirando al suelo entré, no había dado dos pasos cuando vi cristales rotos y restos de algo que parecía sangre mal fregada.
-Tito no toques nada y llama a la policía, vamos fuera, aquí ha pasado algo. A mi hermana la han matado...seguro.
Nos salimos al rellano a esperar a la policía, en los 10 minutos que tardaron me fumé por lo menos 6 cigarros. No podía creer lo que estaba viendo.
-¿ Es que no estuvieron ustedes aquí ayer tarde? ¿No vieron la sangre , los cristales?- les pregunté a los policías cuando llegaron.
- Si señora, estuvimos aquí, el marido nos dijo que había sido un suicidio y solo subimos para comprobar desde donde se había tirado, lo siento señora, estábamos equivocados.

Conforme fuimos entrando en el piso los detalles eran cada vez peor, el pasillo estaba lleno de gotas de sangre mal fregadas que conducían haciendo rastro hasta el dormitorio principal, llegaban hasta la cama, en la cual no había sábanas y el colchón tenia manchas grandes de sangre, el rastro seguía hasta el balcón.
En el salón cristales rotos debajo del sofá y los muebles, restos de una pelea y en la cocina bayetas con lejía y el cubo del fregón, en el fregadero estaba la olla de haber comido ese día.
La policía empezó a fotografiar todo y nos pidió que salieramos en ese momento los llamaron por radio.
- Debeis dirigios hacia el domicilio de Jose Manuel Luque, se ha ordenado su detención.
-¿Qué?- les pregunte aturullada
Me explicaron brevemente que un testigo había ido a declarar por su propio pie a comisaria y con su testimonio tenían pruebas para acusar a Pepe de homicidio.
-¡Lo sabía! Me la han matado¡¡¡
No podía dejar de gritarlo mientras abrazaba a mis tíos, era imposible. Ahora me cuadraba todo, su ausencia, la de su familia, el revuelo.... mi hermana no se había suicidado, estaba mas convencida que nunca. Cogí el DNI de mi tata sólo eso y nos fuimos de allí.
 Seguía sin poder llorar, y en esos momentos menos, solo tenía rabia, mucha rabia. Pensaba fríamente en todo lo que tenía que hacer, llamar a el abogado, ir a comisaría, organizar el entierro, encargar las flores, las esquelas... no tenia tiempo para pararme a llorar y hasta me molestaba que todos lo hicieran a mi alrededor, veía a mi familia como a su bola, envueltos en una nube de pena y yo pensaba... pero con la de cosas que tengo que hacer¡¡ ¿por que no me ayudan a organizarlo todo?
Volvimos a Córdoba corriendo, para chillarlo a los cuatro vientos, y empezamos a movernos con el abogado para que se enterara de todo bien. Mis padres seguían en estado de shock y mi familia no se lo creía. ¿Como ha podido ser Pepe? si es un buen muchacho.- decían.
-No lo conocéis, jamás pensé que sería capaz de matarla pero os aseguro que buena persona no es.
Elucubrando teorías pasó la noche del domingo, y cada vez lo tenía mas claro y a cada momento la rabia me hacia  más fuerte.
El lunes por la mañana a primera hora nos trasladaron a otros tanatorios para hacerle la autopsia, Pepe ya estaba en el cuartelillo esperando a pasar a disposición del juez, cuando pudimos hablar con el forense y nos dijo mas o menos lo que mi hermana llevaba en el cuerpo estalle de impotencia y odio.
Le había dado una paliza y luego la tiró por el balcón del dormitorio. Le pedía a Dios que no nos encontráramos con nadie de su familia por que nosotros íbamos henchidos de rabia.
Ya con el cuerpo preparado nos fuimos para el pueblo, el entierro estaba programado para las 5 de la tarde. Al llegar a la calle del tanatorio me quedé blanca, no se podía pasar, estaba todo lleno de gente, al menos 2000 personas esperaban nuestra llegada.
Mi madre sedada no dejaba de repetir que todo era mentira, por que ella no había visto el cuerpo de su hija. Intentamos evitar el momento pero cuando vió el ataúd tuvimos que llamar a los servicios de urgencias de nuevo.
Allí estaban también algunas camaras de televisión, la noticia había saltado a los medios. Como una de esas que vemos por la tele mientras comemos, pero esta vez nos estaba pasando a nosotros, mi hermana era la noticia.
El entierro fué impresionante, una comitiva de gente con cientos de ramos y coronas de flores acompañaba el ataúd llevado a hombros por hombres de mi familia, mi madre en un coche iba detrás de la comitiva, completamente sedada como si de un trapo se tratara, mi padre iba andando a mi lado, de la mano me miraba con la cara mas triste que he visto en mi vida. Y por fin terminó todo, volvimos a casa como tres fantasmas negros, estábamos sólos, completamente sólos. Acosté a mi madre en la cama y mi padre se puso a arreglar a los animales, como queriendo volver a la rutina sin que nada hubiera pasado.
Sola en el salón, fumaba un cigarrillo tras otro, intentando hacer un resumen en mi mente de todo lo que había pasado, y lo único que pensaba es que tenia que luchar para que se hiciera justicia, ese hombre tenía que pagar por lo que había hecho.
Me sentía en una vida nueva, atrás quedaba mi feliz rutina de trabajo, coro, amigos y billar. Tenía que cuidar a mis padres y comenzar una lucha que jamás hubiera imaginado. 21 años y otra vida pero no pensé en ningún momento en que no volvería a ver a mi Tata, lo estaba viviendo como una película a la cual yo le pondría fin.

lunes, 4 de abril de 2011

CAPITULO V ¿Que ha pasado?

Mi vida era una rutina de la cual disfrutaba bastante, salía, entraba, el coro, el billar, el curro... se podría decir que era feliz. No tenia ninguna preocupación importante la verdad. Con casi 21 años me había decidido al fin retomar los estudios, me matriculé en abril del 2001 en el instituto nocturno para sacarme el bachillerato, y me propuse disfrutar el verano antes de iniciar el curso.
Mi relación con mamá había mejorado bastante, quizá la edad, la madurez y el paso de la adolescencia me hicieron comprender muchas cosas, como por ejemplo su carácter. Comprendí que a mi madre le costaba muchisimo expresar sus sentimientos, demostrar el cariño o el "querer" pero que eso no significara que no sintiera, al contrario. Ese tipo de carácter en el que demuestra que te quiere haciendo todo lo contrario. Y decidí dejar mi orgullo a un lado e ir yo a darle un beso cuando me apeteciera, y ponerla "colorá". ! Al fin sabia llevarla ¡  Todo mejoró bastante, casi teníamos confianza, y ya le contaba algunas de mis cosas. Siempre supe que me queria pero también tenía muy claro que Merchi era su ojito derecho, cosa de la cual no tenia celos pues yo lo era de mi padre.

Por Mayo, un día mi hermana muy seria me pidió un favor.
- Tata, necesito faltar al trabajo mañana, por favor diles que estoy mala con las rodillas y voy al medico.
-¿Pero, estás bien?
- La verdad es que a Pepe le van a hacer una Biopsia, estamos intentando tener hijos y como no vienen nos vamos a hacer pruebas, pero por favor, ni una palabra a nadie. Si Pepe se entera de que te lo he dicho se va a cabrear.
-Tranquila, le dije, lo último que quiero es que tú tengas problemas.
En esa época yo ya había adoptado una postura totalmente pasota con su situación. Me di cuenta que Merchi sufría cuando yo discutía con Pepe así que era mejor evitar enfrentamientos. Cuando venían a casa simplemente lo ignoraba he intentaba preguntarle poco sobre su relación. Ella me decía que estaban bien a si que yo calladita y ni mu. Por mucho que viera, por mucho que me fastidiara el tono en el que él le hablaba o el desprecio con el que la trataba delante nuestra intentaba mantenerme al margen. Pero ultimamente la notaba muy triste, y no solo yo, mis padres también se habían dado cuenta de que estaba rara.
Mi madre le preguntaba y Merchi le decía que estaba estresada con el trabajo, la casa... pero que estaba bien. Muchos sábados me iba con ella a comprar al super, hacíamos la compra de la semana y luego le ayudaba a colocar las cosas en el piso. Y así fué como quedamos l viernes 24 de agosto del 2001.
Ellos llegaron a casa justo cuando yo estaba saliendo, había quedado para ir al cine.
- Hola tata, ¡que guapa vas! - le dije- me voy al cine y tú?
- Pues aquí un rato, ¿vas a venir conmigo mañana a comprar?, te recojo para las 5 o así ¿vale?
- Perfecto guapa, mañana quedamos, ahora me voy que llego tarde.
Le dí un beso y me fui, la película fué un bodrio " Gente Pez" se titulaba, y decepcionada  volví pronto a casa. Por la mañana me despertaron unos golpes que venían del banco de taller que mi padre tenía en la nave de casa.
-! pero eso que es, quiero dormir¡
Mi madre me dijo que era Pepe que estaba haciendo algo con unos hierros y cuando ya estuve a punto de salir a decirle cuatro cosas mamá me convenció en que lo dejara, que mejor que evitara la discusión.
- Ya sabes como se pone, dejalo.
-Si mejor, no tengo ganas de verle la cara.
Al poco rato se fué, sin decir ni adiós a nadie, como siempre. Cuando terminamos de comer mamá y yo nos salimos a preparar unos conejos y papá estaba en el huerto trabajando.
Eran ya las 5 y cuarto y corrí dentro de casa para ducharme, mi tata estaría al llegar. Pero justo al entrar sonó el teléfono. Lo cogí en el salón mientras mi madre cogía a la vez el supletorio en la nave.
- Digame - contesté
- Soy Antonia, ( era la madre de Pepe ) id para el hospital que a tu hermana se la llevan a Córdoba.
- ¿Qué? pero ¿que ha pasado? ¿está bien?
- Id rápido- y colgó el teléfono.
Mi madre ya entraba corriendo con la cara desencajada mientras yo me enfundaba un vestido , cogía la insulina y las llaves del coche.
Nos subimos al coche y al salir le dije a mi padre que en cuanto supiera algo lo llamaba y a la vez que entrabamos al carril venia Diego, el jefe de mi padre . Lo dejé pasar y nos fuimos al hospital.
Mi madre y yo no mediábamos palabra, sólo nos preguntábamos ¿que ha pasado?
Al llegar al aparcamiento del hospital no daba crédito a lo que veían mis ojos, mis tíos, primos y un bullicio de gente impresionante, un helicóptero y varios coches de policía.
Mamá a ver todo eso se derrumbó, no podía ni andar, y mientras yo la llevaba casi en volandas no dejaba de repetir que su hija estaba muerta.
- ¿pero que dices? ¡ si no sabemos nada! anda venga vamos a preguntar.
Mis tíos cogieron a mi madre en brazos y la metieron dentro del hospital, ella es diabética y podría sufrir alguna crisis. Mientras me miraban, preguntaba a todo el mundo ¿ que ha pasado ? y nadie me contestaba. Me acerqué al helicóptero que estaba arrancado y vi como metían una camilla, no distinguía mucho más cuando un guarda de seguridad me dijo que no podía pasar.

Mi madre no dejaba de repetir gritando con una crisis de ansiedad que su hija estaba muerta.
No podía entender nada, estaba flipando, preguntaba a todo el mundo y nadie me hablaba.
En ese momento llegó mi padre con Diego, ¿papá que pasa?
- vámonos para Córdoba cariño, nos lleva mi jefe, vámonos ya.
Cogimos a mi madre entre mi tía Chelo y yo y la subimos al coche, ya estaba mas tranquila, le habían dado un par de pastillas, de esas que se ponen debajo de la lengua.
En el camino, casi a 200 km por hora, Diego conducía y callaba, mamá no dejaba de llorar y papá estaba absorto, completamente en silencio. Conseguí que mi tía Chelo me dijera algo,
- Dicen que tu hermana se ha tirado por el balcón.
Yo estaba muy serena, y le contesté que eso era imposible por que había quedado con ella, y que mi hermana no podría hacer eso. En esos momentos solo pensaba en mi madre, estaba preocupada por su salud, no entendía por que se había puesto así, ni siquiera sabíamos las heridas que mi hermana tenia y me daba coraje que no dejara de repetir aquella maldita frase, ¿por qué era tan negativa?
Al llegar al hospital a mi madre le volvieron a dar tranquilizantes y la metieron en una sala cerrada, la dejé allí con mi tía y mi abuela y salí con mi padre a preguntar.
El médico nos dijo que mi hermana estaba muy grave, que su vida dependía de la fortaleza de su corazón, que no había nada que hacer.
Me giré y le dije a mi padre:
- corre con mamá, no le digas nada por que como la tata se muera ella se va detrás.
Papá con gesto triste pero mirada perdida entró a la sala, yo me salí a la puerta, necesitaba un cigarro.
Me senté en un macetero y pensé, ¿dónde está Pepe? ¿y su familia?. Me pareció muy raro pero tampoco me planteé en llamarlo.
Mi primo Paco, poco mayor que yo, estaba conmigo en la puerta. Me relató poco a poco lo que le habían dicho.
- Prima, los vecinos han llamado a la policía al escuchar un golpe grande, era tu hermana al caer al suelo, dicen que al rato ha bajado Pepe del piso y ha dicho que ella se ha tirado.
-No primo, ella no se ha tirado, yo había quedado con mi tata, es imposible. Algo ha pasado.
Pero yo estaba tranquila, fumando tranquila pero preocupada por mi madre, en ningún momento pensé que no volvería a ver a mi hermana, sólo pensaba en que si Merchi moría mi madre lo haría también.
Eran las 8 menos 10 de la tarde, sentada en ese macetero en la puerta de urgencias me encendía un cigarrillo con otro cuando una enfermera con una bolsa de plástico en la mano me tocó el hombro.
- ¿Eres la hermana de Mercedes Cano?
- Si
- Toma ponte esto - decía mientras me abrochaba una cadenita de oro que pertenecía a mi hermana- y guarda esta bolsa.
- ¿ Por qué me pones esto? - le pregunté casi molesta
- Por que tu hermana ha muerto, cariño.
Abrí la bolsa de plástico como buscando a mi tata dentro, reconocí una sábana que era de su ajuar, estaba manchada de sangre.
Miré a mi primo por un momento, él gritaba y lloraba. Inmóvil solo una idea en mi cabeza, mi madre. En esos momentos no pensaba en nada más, ni siquiera en lo que me había dicho la enfermera. Entré corriendo a la sala y me de cuenta de que allí no lo sabian, mi madre con la mirada perdida estaba como catatónica, me abracé a mi padre y le dije al oído:
-Papá voy a llamar al médico, la tata se ha muerto y hay que decírselo a mamá, voy a por el médico para que le ponga algo, la mamá se va a morir cuando lo sepa.
Mi padre me abrazó llorando y en ese mismo instante se abrió la puerta bruscamente
- ¿Familiares de Mercedes Cano? - dijo otra enfermera casi gritando- Ha muerto.
y cerró la puerta de golpe.
Corrí detrás de ella mientras mi madre cayó al suelo al instante, pataleando y autolesionandose, encontré a un médico en el pasillo y lo llevé a la sala corriendo. En segundos ya había muchos sanitarios atendiendo a mi madre, y volví a salir a la puerta.
Completamente seria y sin soltar una lágrima le dí la bolsa a mi primo y le dije que la metiera en el coche. Me senté en el macetero, encendí otro pitillo y pensé que tenia que avisar a todo el mundo, coger el recibo del seguro de decesos y organizar el entierro.
Volví a entrar y comprobé que mi madre estaba bien atendida, el médico me dijo que era un ataque de ansiedad normal, que no me preocupara. Mi padre de volvió a abrazar con lágrimas contenidas, lo apreté con fuerzas y le susurré:
- No te preocupes papi, todo está bien, sientate aquí tranquilo que tengo que llamar por teléfono.
Todo el mundo gritaba y se abrazaba a mi llorando, yo fumaba un pitillo tras otro totalmente ajena a la tristeza, era una piedra.

viernes, 25 de marzo de 2011

CAPITULO IV Tristeza

Cuando Merchi me contó aquello me cabreé y mucho, yo pensaba que aunque Pepe no me caía bien, ellos como pareja se compenetraban y tenían una relación perfecta. Claro lo que no me imaginaba es que mi hermana me contaba de la misa la mitad.
Pasaron unos días y la situación estaba igual, yo le preguntaba a mi hermana ¿ te habla ? ¿ ha pasado algo ?
- No, no me habla, me ignora, se sienta en la mesa para que le ponga la comida y no me mira ni a la cara.
me decía.
Llegó el sábado y Merchi llamó a casa:
-Tata ¿está papá en casa?
-Si Merchi, está aquí, ¿por qué ?
- Coged unas cajas y venid a por mi, vuelvo a casa.

¡Perfecto! me alegré de la decisión, cogimos cajas de cartón, la furgoneta y nos fuimos para su casa. Cuando llegamos Pepe estaba en el salón, mi padre al entrar le dijo:
-Pepe, ¿que ha pasado?
- Ahí tiene usted a su hija, se la puede llevar.
- No te preocupes,-contestó mi padre- claro que me la llevo, ella tiene su casa.
Yo me puse con mi hermana a recogerlo todo, ropa, sábanas , toallas... era definitivo, Merchi se venia a casa para separarse.
Entré al salón a recoger cosas, él estaba allí sentado, viendo la tele. Sólo le dije una cosa:
- Como le hayas puesto la mano encima te corto los huevos.
El soltó una carcajada, sólo eso. No añadí nada más.

Esa noche la pasamos despiertas, hablando y llorando. Recuerdo una frase de mi hermana que no me entraba en la cabeza.....¿que voy a hacer sin él?
Vivir, le contestaba yo, tienes sólo 25 años, vivir Tata, vivir.
Entre lágrimas al fin se quedó dormida. Y yo no paraba de pensar, ¿ cómo se puede querer tanto a alguien? ¿ será eso el verdadero amor? Ella no sabia que hacer, pensaba que su vida estaba rota, que era una vergüenza que su matrimonio no hubiera funcionado, se sentía culpable de todo lo que había pasado. Y según me había contado fué por una tonta discusión y mucho orgullo.
A mis 18 años yo no lo veía claro. ¿ que había que pensar ? No iba a ser ni la primera ni la última en terminar su matrimonio, ¿ por qué era tan traumático?
Amaneció, me levanté a por un café mientras Merchi dormía, estaba destrozada, cuando vi el coche de Pepe llegar a casa.
- ¿Que haces aquí? Vete, mi hermana no quiere verte. Ya te llamará el abogado.
- Quítate de en medio niñata, esto no es asunto tuyo. Quiero hablar con ella.
Yo me puse a gritar echándolo de casa, pero salió mi madre y me dijo que no me metiera. Mi hermana salió y se fueron a dar un paseo y a hablar.
No habían pasado ni dos horas cuando volvieron. Ella venía sonriendo y me dijo:
- Tata me voy para mi piso, ¿ me vas a ayudar mañana a colocar las cosas?
No me lo podía creer, miraba a Pepe y él me clavaba la mirada de odio y prepotencia como diciendo: Ahí te quedas, me he salido con la mía.
Que iba a hacer, le dije a Merchi que si, que mañana la ayudaría y ya está.
Mis padres quedaron muy contentos con la reconciliación, y yo todo lo contrario. En los siguientes meses mi actitud con Pepe volvió a cambiar radicalmente; dejé de hablarle de nuevo. Sólo iba a casa de mi hermana si él no estaba.
En la hora del bocadillo le preguntaba a mi hermana todos los días, ¿ qué ? ¿como vais? y ella me vendía una película preciosa,:
- Pepe a cambiado, me ha comprado un regalo, nos vamos de vacaciones a Tenerife, me trata como una reina- me decía con una sonrisa.
Pero no, no me lo creía, su mirada era triste, muy triste. Y cuando dejaba de sonreír sólo se veía tristeza en su rostro.
Ella sólo tenia una amiga, una de verdad, Conchi. Muchas tardes al salir del trabajo yo la llevaba a su casa con la moto. Me caía bien, se notaba que le tenía afecto a mi hermana.
Había muchas cosas que no me cuadraban con la película de felicidad que Merchi me contaba. Por ejemplo, cuando me compraba un regalo, por mi cumpleaños o reyes, siempre me pedía que lo mantuviera en secreto, que no quería que Pepe se enterara. ¿ Por qué? ¿no le puedes comprar nada a tu única hermana?, le preguntaba yo. Me contestaba con excusas, justificando que él era muy ahorrativo y no quería gastar dinero.
Descubrí que Merchi veía a escondidas a Conchi, ya que él le había prohibido la amistad. Le espiaba incluso las llamadas.
Pero....¿cómo puedes permitirlo? , le preguntaba. Y es que yo era la rebelde, me decían mis padres. En un matrimonio hay que aguantar y ceder. "Eso es así de toda la vida de Dios" Una de las frases preferidas de mi madre. Lapidaria y definitiva en cualquier conversación.

Intenté mantenerme al margen, por que cada vez que daba mi opinión la loca era yo. Vivía mi vida como mejor podía, trabajaba, salía y entraba a mi antojo...
Tenia una moto amarilla con unas pegatinas con el numero 13, algo discreto, acorde a mi personalidad. Los fines de semana no me daba tiempo a nada, si no tenía campeonato de billar, tenía alguna actuación con el coro y el viernes y sábado noche eran para salir de fiesta.
Y que fiesta, disfrutaba de lo lindo. No era muy guapa ni tampoco muy buen tipo pero con mi labia.... ligaba lo que quería. Seguía sin querer enamorarme, los chicos como los pañuelos de papel, de usar y tirar, y tampoco se enteraba nadie. Y si se enteraban me daba igual la verdad. Las habladurías de pueblo nunca me han importado mucho. Me gustaba mi vida. Le contaba a mi hermana mis aventurillas, dimes y diretes y a ella le encantaba. Me decía que disfrutara, que eso era lo que me iba a llevar. Pero en el fondo yo la envidiaba a ella, tan trabajadora, justa, honrada e inocente. Cuando reía lo hacia sin complejos, como las carcajadas de un niño, abierta y sonora.

martes, 15 de marzo de 2011

CAPITULO III Lo que me dé la gana.

Una semana al año, casi todos los veranos me iba a Barcelona. Me tiraba todo el año esperando esos viajes.
Los días que pasaba allí son todos inolvidables, desde que me subía en el tren en la estación de mi  pueblo era todo una aventura. Siempre cogía el "Estrella Gibralfaro", un tren nocturno de compartimentos de 8 personas, preparando las maletas ya me temía a con quien me iba a tocar. Mis padres me dejaban en la estación, con miles de recomendaciones, "cuidado con el dinero, no hables con nadie, no te fíes de nada...." y yo como buena adolescente ignoraba sus consejos. En uno de los viajes de ida me tocó con unos hippies, pero de los buenos, de los que no se depilan y tienen un olor extraño, mezcla a rancio y marihuana. Me lo pasé genial hablando con ellos las 10 horas de trayecto. Me encantaba observar a los viajeros e imaginarme sus vidas, fumando entre vagón y vagón pasaban ante mi abuelas, ejecutivos, catetos (como yo) y todo tipo de fauna. Hice amistad con uno de los revisores, me contaba cientos de historias ocurridas en el tren, yo escuchaba fascinada y admiraba su vida viajera.
Los días allí eran otro mundo, o al menos así lo sentía yo. Educada y criada en un pueblo grande, la mentalidad era completamente distinta. La forma de vestir, de vivir al día, el estrés de las grandes ciudades... en cada rincón respiraba libertad. Raquel y su familia me trataban como una reina, " ya está aquí la cateta". Cuando quedábamos con sus amigos me encantaba entrar en debates sobre el radicalismo y el nacionalismo autonómico, aún con mi corta edad ya era una buena oradora y digna de mantener buenas conversaciones, modestia aparte. En fin, a los feos se les gratifica con buena labia.
Parte de esos días también me iba a casa de Rocío, ella vivía en una ciudad dedicada completamente al turismo y eso si que era otro mundo aparte. Pasear por ella era como caminar en la torre de Babel. Mis ojos abiertos a mas no poder no daban crédito a lo que veían. Eso ya no era libertad si no libertinaje¡¡  Una "pueblerina" por allí, se me notaba a la legua que la forastera era yo.

El resto del año mi vida era mucho mas rutinaria pero no menos emocionante. En la fábrica en la que trabajaba con mi hermana eramos casi 100 compañeros, la mayoría mujeres.
Mi labor allí fué muy variada, se puede decir que ejercí casi todos los puestos de la cadena. Dedicada al diseño, confección y distribución de moda infantil, los siete años de mi vida que pasé allí no tienen desperdicio. Empecé en el control de calidad, abrochando botones y haciendo lacitos a los vestidos, pasé por el almacén ejerciendo funciones de mozo, por diseño preparando los muestrarios... en fin. Pero el puesto que mas me gustaba, aunque el más duro, era la plancha. Eran 10 duras horas en una plancha industrial como las de las tintorerías. Planchando a toda velocidad por que había que llegar al tope de objetivos, era genial, una fila de 20 mujeres uniformadas con bata blanca, con la radio de fondo entre el ruido de las maquinas de vapor y las mesas de aspiración, y entre todo ese ruido alguna compañera más y yo cantando, me picaba con Rosa que cantaba muy bien a cantar copla, el jefe, José se apollaba en un carro de prendas a mirarnos y controlarnos que lo hacíamos bien, y en alguna ocasión soltaba un olé que otro. Cuando tocaba la sirena del desayuno salíamos pitando, solo eran 15 minutos. Yo me subía corriendo a la oficina para pasar ese ratillo con mi hermana. Al salir la mayoría de los días la llevaba a su casa con mi moto. La verdad, echo de menos esos tiempos. La comida de navidad era genial, nos juntábamos todos y siempre terminabamos con una juerga flamenca. Los días siguientes estaban siempre llenos de cotilleos de todo lo que había sucedido. Que si fulanita con menganito... que hay que ver que cogorza llevaba la otra... en fin, se echa de menos ese buen ambiente.
Yo tenia un medio rollete a escondidas con uno de los del almacén pero un rollete sano. A ver, yo no he sido de tener novio, ni lo he querido. He sido de hacer lo que me daba la gana. Salía los fines de semana con mis "amigas" a pasármelo bien. Si me gustaba algún chico y encartaban unos besos pues estupendo, pero al día siguiente  por mi parte si te he visto no me acuerdo. Me negaba completamente a enamorarme.
Mi madre me reñía diciendo que me iba a quedar solterona, por que claro si tienes mas de 18 años y no se te ha conocido novio formal, pues casi tienes la vida echada por alto. Mentalidad de pueblo, eso es así. Yo le contestaba diciéndola que me iba a quedar soltera para cuidarla a ella que ni se le ocurriera prepararme ajuar.
Pero para mucha gente yo era una oveja negra, no quise estudiar, me corté el pelo a rape, fumaba,me hice el primer tatuaje.. una rebelde vamos. Y así me veían también mis amigos, siempre he tenido una personalidad muy marcada, nunca he seguido las modas ni las corrientes musicales  y mucho menos los grupitos de gente con estilo marcado. Era un poco perro verde pero muy feliz. Me gustaba jugar al billar, me iba a entrenar cuando salia del curro y algunos fines de semana jugaba campeonatos, se me daba bien y me sentía importante ya que no era muy normal que una chica se aficionara a ese juego, era un entorno completamente masculino. Otra de mis aficiones era cantar, empecé a moverme por entornos flamencos, participaba con un coro romero y también tenía alguna que otra actuación en solitario. Se me daba bien.
Me encontré entonces con 3 grupos de amigos completamente distintos y sin ningún lazo de unión entre ellos, pero yo encantada. No tenía tiempo para nada entre unas cosas y otras y tenia una gran vida social la verdad.

Y llegó la boda, un 16 de marzo Merchi y Pepe decidieron casarse. En la iglesia más importante del pueblo y casi con 400 invitados. En casa teníamos a varios de ellos. La mañana de la boda la verdad me levanté sin ganas de nada. Mi hermana se levantó temprano para irse a la peluquería y yo bajé con la moto al pueblo a por las alianzas que estaban encargadas y a ultimar algunos detalles de las flores. Cuando mi hermana regresó de la peluquería ya la estaba esperando el fotógrafo y corriendo acudimos a vestirla mi madre y yo. Cada vez que la miraba a la cara yo solo tenía ganas de llorar. Estaba feliz, mi hermana parecía una niña pequeña subida en una noria, ilusionada, emocionada, con una sonrisa preciosa posaba como una princesa para las fotos. La luz de sus ojos iluminaba toda la casa. Yo no podía mirarla, cada vez que lo hacía se me saltaban las lágrimas, no sé por que. No eran lágrimas de alegría y tampoco de nerviosismo, no sé, pero simplemente era un nudo intragable en la garganta que no me dejaba ni respirar. Y se casó, entre todos los invitados yo pasé completamente inadvertida o así lo quería yo. Merchi estaba tan feliz, nunca la volví a ver sonreír así. Venían a comer a casa todos los domingos, y aunque nos veíamos todos los días en el trabajo, compartiamos horas de conversación y de secretos, mi hermana siempre fué mi defensora. Le decía a mi madre que me dejara vivir, que tenía la cabeza bien amueblada aunque ellos ( mis padres ) no lo creyeran. Yo la admiraba a ella, era el ejemplo a seguir para cualquier adolescente. Merchi no fumaba, no bebía, era super responsable y educada, inteligente y tenaz. De cara a la galería un ejemplo a seguir de mujer trabajadora y excelente esposa y ama de casa. Eso era lo que ella nos vendía.
Hablabamos de muchas cosas pero nunca me contaba nada de su relación de pareja, lo respetaba por que Pepe no era santo de mi devoción.
Llevaba un par de años casada cuando un día en el trabajo al notarla con ojeras y mala cara me confesó por fin que tenía problemas. Me contó un episodio que le había pasado unos días antes y que desde entonces Pepe no le hablaba y ella se sentía impotente por que no sabia que más hacer.
Por fin empezó a desahogarse conmigo, una noche en la que estaban cenando en su piso mientras veían la televisión, comenzaron a discutir, no me contó muchos detalles de ésta pelea pero Pepe terminó espurreando una botella de vino por las paredes y el techo y con una frase lapidaria terminó la discusión. " ahora como eres una mujer lo limpias y lo friegas todo, y cuando termines, te acuestas en el sofá, que si tengo ganas de follar ya te avisaré yo"

lunes, 7 de marzo de 2011

CAPITULO II El cambio del patito feo

Se suele decir que el cambio de niña a mujer se produce sobre los 12 años, yo cumplí los 12, los 13 y alguno más y seguia siendo esa niña regordita, con gafas gruesas y el pelo muy largo. No tenía complejos, y nunca los he tenido.
Entre mis compañeras de colegio no era nadie a destacar, pasaba inadvertida entre el "grupo de deportistas" entre las "guays" y tampoco se me podia clasificar entre las mal vistas.
Me dareis la razón cuando digo que en tu pubertad o formas parte de un sector o no eres "nadie". Yo no lo era, pero tampoco me importaba, el formar parte de algo no era mi objetivo. Nunca tuve problemas con ninguna compañera, me solía apartar en las discusiones, pero tampoco forjé gran amistad con ninguna. Hoy miro atrás y recuerdo a algunas con nostalgia y pienso, ¿por que no hablé más con fulanita? ¿ por que no me dejé ver tal y como yo era? Tampoco es que me arrepienta de no haberlo hecho, simplemente transcurrió así, eso no quita que no guarde gratos recuerdos de la época, alguno que otro hay. Mis notas no superaban la media, no era deportista y al estar interna tampoco tenia muchas relaciones sociales. Lo lógico en esos años es quedar por las tardes con las compis en la plaza y comer pipas, yo eso me lo perdí.  En lo único en lo que destacaba era en la música.
 Mi hermana ya estaba terminando administrativo en esos años, estudiaba y trabajaba a la vez. Envidiaba su constancia, se iba al instituto a las 8 de la mañana, se salía de las clases una hora antes y se iba a trabajar a una fabrica de confección hasta las 10 de la noche. Cuando llegaba a casa con las muñecas abiertas de doblar camisetas, cenaba y corriendo a estudiar, la recuerdo de madrugada en la mesa del dormitorio con una taza de café y el flexo encendido haciendo cálculos sin parar. Parecía incansable, ella me reprochaba mi ley del mínimo esfuerzo, decía que como no aprovechaba la facilidad que tenia para estudiar, nunca lo hice. La noche antes del examen me leía la lección y poco más, con eso me bastaba para el suficiente.
Me saqué el graduado sin pena ni gloria, entregué el uniforme en el colegio el último día y ni siquiera fuí a recoger el título. Me daba como grima volver a cruzar esas puertas.
Y empecé el instituto, un cambio abismal, colegio mixto, ropa normal, empecé a sentirme yo misma.
En 3º de Secundaria me presenté incluso para representante del alumnado en el consejo escolar, ¡ y me eligieron ¡  Era popular¡ Destacaba en inglés y música, sobre todo en música, por mi forma de cantar. Me llevaba mejor con los chicos que con las chicas, no sé por que la verdad.
Terminé la Secundaría y decidí que no quería seguir estudiando, ahí empezó el cambio.
Mis gruesas gafas se convirtieron en lentillas, mi larga melena por un corte radical a lo "garcon" y mi estuatura ya superaba la media. Mi timidez por descaro , poder de decisión y personalidad ya muy marcada.
Empecé a trabajar en una empresa de confección de ropa infantil, mi hermana trabajaba allí en la oficina desde antes de terminar sus estudios. Por fin la diferencia de edad entre ambas llegó a pasar desapercibida. Empezábamos a ser amigas, amigas de verdad. En ese  año ella ya tenia planes de boda. Era su ilusión, bordó sus toallas con las iniciales de los dos, preparó el ajuar con esmero, se la veía plena de felicidad. Pepe lo era todo. Él era operario en una fábrica de envases, deportista, sano, educado, vamos el novio que todo padre quiere para su hija. Un chico formal y conocido de siempre.
Aún así yo no lo tragaba, no sabría decir muy bien por qué pero no era santo de mi devoción. Cuando venía a casa el procuraba ejercer como de padre , a ver si me explico, me broncaba por mi forma de ser, me decía que como mi padre me podia permitir todo lo que me permitia, que era un calzonazos por dejarme fumar, por salir y entrar a mi antojo...
Una tarde de verano, creo que era fin de semana, mis padres no estaban en casa. Yo estaba sola, estaba leyendo y fumandome un cigarrito al sol, cuando llegaron Pepe y mi hermana. Al llegar mi hermana me regañó por no haber tendido la ropa que estaba en la lavadora y le dije que ahora lo haría, ella se metió en casa y él empezó a regañarme también, como la mayoría de las veces pasé de él diciendole lo tipico...
- que me dejes chaval, que a ti no te importa, paso de ti.
y él más se cabreaba, empezó a gritarme y por lo tanto yo a él también, me importaba muy poco su estatura y su genio, mi orgullo  me enervaba mas todavía cuando empezó a nombrar a mi padres culpándolos por mi "pereza" y "mala educación", en un momento y sin saber como me levantó la mano de forma amenazante, ¡me quería pegar¡ y ahi fué cuando ya estallé.
Mi hermana salió de la casa alarmada por los gritos, y me encontró echándolo literalmente de mi casa. Le pedí las llaves de casa,  que las tenía no se por qué, y le dije que se fuera. Merchi intentó mediar entre nosotros pero sin resultado. Pepe se fué entre lágrimas de mi hermana. Nunca imaginé las consecuencias de aquella discusión.
Intenté consolar a mi hermana, ella lo defendía diciendo que los dos teníamos mucho caracter y que por eso chocabamos, que intentara saberlo llevar, que a Pepe había que saber tratarlo, que era su forma de ser.
Desde mi orgullo adolescente mi respuesta fué, " pues aprende a llevarlo tú, el perro no es mio" "yo no tengo por que aguantarlo" Ni siquiera mis padres me han levantado la mano de forma amenazante nunca, tenia muy claro que no se lo iba a permitir a nadie, y mucho menos a él.
Las consecuencias de este episodio dieron mucho de si. Tuve la correspondiente bronca de mis padres, y mi hermana la bronca de su novio ( hoy dudo en los términos de aquella bronca ). Pepe no venía a casa si yo estaba, si mi hermana esperaba su visita me pedía por favor que me fuera a dar una vuelta o a tomar un café, yo encantada por no tener que cruzar palabra con él.
Pero mi relación con mi hermana no cambió, al contrario, creo que se estrechó aun más.
Pronto empezó a acercarse la fecha de la boda, y Merchi me pidió que limaramos asperezas. Y lo intenté, lo hice. Aunque él y yo jamás volvimos a hablar de aquel episodio, volvimos a hablarnos. Él creyendo que yo lo había olvidado todo, volvió con su actitud de "colega paternalista", yo, que para nada habia olvidado, le dirigía la palabra con respeto y sin mucho aprecio la verdad.
Empecé a observar su actitud, su forma de ser, y cuanto mas veia, más me incomodaba su presencia.

Yo ya tenia mis 16 añitos, y convertida en una "mujercita" ya salia por la noche con mis amigas y empezaba a tontear con los chicos, bueno amigas, en realidad hoy cuento con los dedos de una mano las que son amigas de verdad, pero en aquella época eran buenas amigas. Rocío se fué a Cataluña antes de empezar el instituto, sus padres emigraban como los mios para buscar un futuro mejor. Ella si era mi amiga, es mi amiga. La distancia reforzó aun más nuestros lazos. Seguiamos compartiendo nuestros mayores secretos, confidente y "hermana" siempre juntas aunque con 1000 km nos separaran.
Me reencontre con Raquel, aquella vecinita catalana con la que compartía juegos en mi niñez y con la que comía canelones. Un verano mis padres me dejaron viajar sola a Barcelona, pararía en casa de mis tias, pero tendría la oportunidad de estar con Rocío y Raquel. Fué estupendo. Después de 10 horas de tren en un viaje nocturno, llegué a una ciudad que aunque nueva para mi, me embargaba de recuerdos y anhelos. Bebí en la fuente de Canaletas de la mano de mi primo Kiko, y desde ese verano intenté volver todos.  Mis primos, casi todos mayores que yo, eran de la generación de mi hermana, y musicalmente compartí con ellos muy buenos momentos y algún que otro secretillo de mi hermana je je. Los días que pasaba con Raquel subiamos a su "torre" y me trataban como una reina, "la cateta" me siguen llamando, y con mucho orgullo¡¡ Daría mi mano derecha por Rocio y mi mano izquierda por Raquel. Eso son amigas.

jueves, 3 de marzo de 2011

CAPITULO I Mi infancia

 De padres emigrantes nací en Barcelona en el verano del ´79. Mis padres, andaluces, emigraron recién casados a tierras catalanas buscando un futuro mejor. Papá encontró pronto trabajo, oficial de la construcción y amante de su profesión no tardó en formar parte de una buena empresa en la que trabajando duro día a día se iba forjando un futuro. Mamá se quedó embarazada enseguida y a los 9 meses de estar en Badalona, nació mi hermana Merchi. Aún vivian en un pequeño pisito de alquiler en un sótano con mucha humedad y pasando fatigas, pero pronto fueron prosperando.
Papá iba ganando lo suficiente para vivir, compraron un pisito, un coche y se podian permitir ir al pueblo de vacaciones varias veces al año. Mi hermana tenia ya 7 años cuando yo llegué. Nunca me han dejado claro si fui una hija buscada o encontrada, el caso es que cuando nací mis padres vivian relativamente bien.
Habrá quien dude de nuestros recuerdos de la infancia pero yo recuerdo perfectamente muchos detalles de mi vida cuando aún no alcanzaba los 4 añitos.
Nuestro piso tenia una terrazita desde la cual se divisaban 3 grandes chimeneas de una industria, esa terraza cuajada de geranios era el mejor espacio para jugar con mi hermana, pasabamos las horas cantando, leyendo y jugando. Antes de cumplir los 4 años yo ya sabia leer, mi Tata (hermana) me enseño, le encantaba leer y contarme cuentos.
En nuestro bloque, en la puerta de enfrente vivian Carmen y Fernando, parece que estoy oliendo los canelones que preparaban los domingos. Apenas me despertaba salia corriendo a su puerta para estar con Raquel, su hija. Algo mayor que yo pero gran amiga y compañera de juegos. Tengo muy buenos recuerdos de la época.
Aún no habia cumplido los 5 años cuando mis padres decidieron volver a Andalucía. La explicación de ese regreso hoy en día sigue siendo que "la tierra tira". Mi padre se justifica un poco mas diciendo que no quería que sus hijas crecieran en Cataluña, que aprendieran catalán y echaran raices alli.
Yo sigo pensando que como se dice vulgarmente "dos tetas tiran mas que dos carretas" y me explico.
Mi madre, mayor de 8 hermanos, queria estar con su familia. Sigue teniendo la mentalidad de "clan". Y es como ella dice " la familia es la familia". Si hubieran decidido quedarse allí estoy segura de que nuestra vida hubiera sido muy distinta, creo que mejor, aunque nunca se sabe ¿no?
Vendieron el piso, y con el dinero que le dieron compraron un pedacito de tierra donde construir la casa de sus sueños. Algo por lo que sacrificaron su buen vivir en el norte, nos fuimos a un pisito de alquiler en el pueblo mientras que cualquier rato libre y fines de semana nos ibamos a la tierra a construir con nuestras propias manos nuestra casa.
Pasamos de vivir medianamente bien, con vacaciones no muchos lujos pero con un sueldo, el de mi padre que en Barcelona ganaba bien, a pasar fatigas para llegar a fin de mes.
Dinero que entraba, dinero que iba para comprar materiales para la casa.
De aquellos años de transicion lo que mas recuerdo es a Rocio.
Rocio vivía en el barrio de mi abuela, donde yo pasaba mucho tiempo. No ibamos juntas al colegio pero nos veiamos casi todos los dias.
Yo estudiaba en el mismo colegio que mi hermana, un colegio de monjas casi privado del que no guardo ningun recuerdo bonito. Era una niña regordita con gafas y el pelo por la cintura, siempre con uniforme y baby. Nunca tuve amigas en el colegio, compañeras solamente. Desde 3º de EGB me quedaba en el comedor  ( por que ya nos mudamos a la casita ) y a partir de 5º era interna. Es decir, entraba un lunes por la mañana al cole y no salia hasta el viernes.
No es que yo fuera timida, pero no supe integrarme en la vida del colegio. Siempre estaba sola, leyendo o a mi bola cantando por los rincones del patio. Mi hermana me regalo un tetris de la época y esa era mi mayor diversión. Soñaba con que pronto llegara el viernes para irme al barrio y estar con Rocio.
 En ese colegio se vivia de una manera ..... vamos que hoy dia sería denunciable muchas de las cosas que allí pasaban.
Los castigos, por ejemplo, eran de época de dictadura. Por hablar en el dormitorio te dejaban descalza en pijama toda la noche en la galeria.! Y cuidado no te fueras a sentar en el suelo¡ La Madre Carmen pasaba para comprobarlo.
Nosotras las internas, limpiabamos los baños, las clases, nos serviamos la comida y ademas cuidabamos a las pequeñas, todo eso con 11 o 12 años.
Jamás olvidaré una madrugada en la que me desperté con una monja armada con unas tijeras dispuesta a cortarme el pelo, sólo por que  a ella no le gustaba.
Cuando llegaba a casa los fines de semana me sentía totalmente una extraña.
Mi padre trabajaba a todas horas, si no en la obra era en casa. Mamá era mamá, nunca tuve mucha relación con ella en esa época, supongo que con lavarme la ropa de la semana y llevarme al barrio con Rocio creia que era bastante. Mi hermana siendo 7 años mayor que yo intentaba ser mi amiga y compañera de juegos. Ella estaba ya en plena adolescencia, envidiaba sus Lois elásticos y sus labios malva. Era preciosa.
Mecano, Depeche Mode, El último de la fila..... educaron mis oidos. Me encantaba bailar con ella y cantar como locas mientras haciamos las faenas de casa. Mi tata era la mejor. Nos daban las tantas de la noche contandonos secretos, aventurillas de amigos  etc.
Ella si se llevaba muy bien con mamá, sabia manejarla ( me decia ) cosa de la que yo era incapaz. Nuestras personalidades eran incompatibles. En cambio papá era mi heroé, siempre tranquilo y sosegado con una sonrisa en la cara. Si yo hubiera sido un niño habríamos compartido mil cosas mas.
Un 2 de febrero,sábado, mi madre mando a Merchi a que fuera al pueblo con su moto a comprar pan.Nunca olvidaré ese dia. A la media hora de irse nos llamaron por teléfono, un coche envistió la moto de mi hermana y se cayó de culo (concusilla rota ). Un chaval mas bien timido, corpulento y de una familia conocida por mis padres vió lo sucedido y la recogió. Era Pepe, el que al poco tiempo entró a mi casa como su novio. Yo era una niña de 9 años cuando lo conocí pero recuerdo que no me caía bien, él intentaba ser mi padre, y aunque siempre bromeando e intentando jugar conmigo, me parecia un hombre muy falso.
Mi tata estaba loca por él, renunció a su viaje de estudios por él, entre otros tantos sacrificios.

Bienvenid@s

He decidido compartir en este blog la historia de mi vida, tengo 31 años y he vivido algunas experiencias que quizá le sirvan de ayuda a otras personas, aunque egoistamente hablando, creo que este blog lo hago por mi.
Tengo necesidad de contar y expresar todo lo que he sentido y lo que siento.
Gracias por compartir vuestras opiniones conmigo.